La Ciudad de México (CDMX), originalmente conocida como Tenochtitlán, fue fundada en 1325 por los mexicas en el lago de Texcoco. Según la leyenda, los mexicas se establecieron en el lugar indicado por su dios Huitzilopochtli, donde vieron un águila posada sobre un nopal. La ciudad fue construida sobre islotes en el lago, conectados por canales y chinampas, lo que le dio una gran ventaja en términos de agricultura y comercio. Tenochtitlán se convirtió rápidamente en una de las ciudades más grandes y avanzadas de Mesoamérica, con una población de alrededor de 200,000 habitantes antes de la llegada de los españoles. La ciudad tenía una compleja estructura social, política y religiosa, y se destacaba por su arquitectura, que incluía templos, palacios y mercados. En 1519, el conquistador español Hernán Cortés llegó a las costas de México, y después de una serie de enfrentamientos y alianzas con pueblos indígenas, logró tomar la ciudad en 1521. La caída de Tenochtitlán marcó el inicio del Virreinato de la Nueva España, y la ciudad fue renombrada como México Tenochtitlán. Con el paso del tiempo, la ciudad se fue adaptando a las influencias europeas y creció enormemente, convirtiéndose en el centro político, cultural y económico del Virreinato. Tras la independencia de México en 1821, la ciudad pasó a ser la capital del nuevo país y ha mantenido su estatus de metrópoli central a lo largo de los siglos. Hoy en día, la Ciudad de México es una de las urbes más grandes y dinámicas del mundo, con una mezcla única de historia, cultura y modernidad. A lo largo de los siglos, ha sido un punto de encuentro entre las tradiciones indígenas y las influencias extranjeras, lo que ha resultado en una ciudad vibrante y llena de contrastes.
Regresar a la página principal